Solo yo...
—¿Por qué lo haces?
—¿Qué cosa?
—Seguir ahí. Si ya te dijeron que no, que no es necesario, incluso te ignoran, no te dan un lugar. ¿Por qué sigues preocupándote, queriendo estar?
—Porque yo también he estado ahí. En ese lugar donde no quieres hablar con nadie, donde rechazas a todos porque duele demasiado y no sabes cómo lidiar con eso. Cuando he estado ahí, siempre he deseado que alguien me pregunte, que insista, aunque sea incómodo. A veces es necesario.
—¿Aunque te veas desesperante?
—Sí. Prefiero caer mal por intentarlo que quedarme quieto. En los malos momentos hay pocos que se quedan, y lo sé... Por eso quiero estar. Porque siento que, tal vez, me necesita.
—¿Y si no? ¿Y si realmente no quiere hablar contigo?
—Entonces estoy listo para que me lo diga. Que me eche fuera si quiere, aunque sea con rabia o desprecio. Pero al menos habré provocado algo... Algo que tal vez le ayude a soltar lo que lleva dentro.
—¿Y no temes lastimarte más? Ya estás mal, ¿no?
—Quizá sí, pero saber que ella está un poco mejor, que algo hice por aliviarle... Eso me basta, incluso si me duele.
—Dicen que deberías ponerte a ti primero...
—Lo sé. Pero yo no sé ser de otra forma. Pongo a muchos por encima de mí, y está mal, pero es lo único que sé hacer. ¿Pero entonces qué debo hacer? ¿Cómo puedo cambiar eso que me hace tanto daño?...
—...
—Verdad, solo soy yo...
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