Sisifo...
La vida es difícil, aunque muchas veces le diga a la gente lo contrario. No sé exactamente de dónde salió mi forma de ver la existencia, pero creo que es una conjunción de situaciones, pensamientos y experiencias. En el fondo, me gusta pensar que todos tenemos un propósito que trasciende nuestro entendimiento y que seguiremos viniendo hasta cumplirlo. No es importante saber si lo logramos o no, porque está más allá de lo que podemos comprender.
Es curioso cómo ciertas ideas nos ayudan a sobrellevar el peso de la vida. Me gusta creer que, si algún día decido quitarme la vida, no será el final de todo, sino solo una parte más del proceso de aprendizaje hacia algo mayor. No sé si este pensamiento me da tranquilidad, pero sí me ayuda a seguir adelante, incluso cuando no encuentro razones claras para hacerlo.
A veces me siento mal sin saber por qué. No tengo una base, una razón específica o un detonante claro. Solo está ahí, presente, constante. Y decirlo sin una explicación me parece agotador y hasta descarado, así que muchas veces prefiero callarlo. Pero al final, creo que el verdadero problema es que la vida, en sí misma, es difícil de vivir. Intentamos darle sentido al tiempo, buscamos explicaciones, tratamos de convencernos de que todo tiene un propósito, cuando en realidad el destino ya está trazado y no tenemos control sobre él. Pensar que debemos encontrarle sentido a cada momento solo es un invento para sentirnos menos mal ante lo inevitable.
Si Sísifo hubiera sido mortal, probablemente se habría rendido. La inmortalidad es lo que lo hace capaz de soportar su castigo, porque puede tomarse siglos para descansar, quejarse y volver a intentarlo. Pero si tuviera un límite de tiempo, sabría que nunca saldrá de esa condena y que su vida se agotará sin haber logrado nada. Quizás eso es lo que nos hace buscar una salida en la mortalidad: el saber que el tiempo es finito y que, si el sufrimiento parece eterno, entonces acabar con todo parece la única opción.
Pero al final, seguimos aquí. Sin certezas, sin respuestas claras, con más preguntas que soluciones. Tal vez nunca sepamos cuál es nuestro propósito, y solo cuando lo cumplamos dejaremos de regresar. Mientras tanto, solo nos queda seguir, aunque no siempre sepamos por qué.
Comentarios
Publicar un comentario