Entradas

Mostrando las entradas de noviembre, 2024

¿Qué es la muerte?...

  ¿Qué es la muerte? La muerte es lo más natural de la vida, el único evento que define nuestra existencia con certeza absoluta. No importa qué hagamos, cuáles sean nuestras pasiones, nuestras creencias o los amores que coleccionemos en este camino; todo, inevitablemente, tendrá un final. Sabemos que llegará, y aun así, no estamos preparados. Este año, la muerte ha estado más cerca de mí de lo que hubiera deseado. Intento verla como algo natural, algo que nos une a todos, pero perder a alguien sigue siendo una experiencia desgarradora. Rezo, aunque no sea tan religioso, pero no por quienes han partido. Ellos ya están libres de dolor, descansando en paz. Rezo por quienes quedamos aquí, por los que sufrimos su ausencia, atrapados en esta espera inquietante que nunca nos deja en paz. No sabemos quién sigue ni cuándo será nuestro turno, y tal vez ahí radique la mayor carga de este ciclo inevitable. ¿Y tú? ¿Cómo percibes la muerte?

Música...

 Tengo una sensación muy extraña. No porque nunca la haya sentido, sino porque no siento que sea normal, aunque para mí lo sea. Últimamente, la siento más… y más fuerte. Es un vacío. Un vacío que se aferra a mí, que me hace querer llorar, que me llena de tristeza por cosas que parecen insignificantes. Pero para mí, “lo más mínimo” no son las personas, ni el trabajo, ni la universidad. Es la música. La música siempre ha sido mi refugio, lo que mueve mis emociones, lo que me hace sentir vivo. Pero ahora, cada canción que empieza parece cargarme de una tristeza inexplicable. Y pensarás que es sencillo: deja de escuchar música . Pero no puedo. Es tan importante para mí que incluso imaginar mi vida sin ella me hace sentir peor. La música es mi pasión, pero también mi peso. Me sostiene y al mismo tiempo me rompe. Es algo que amo profundamente, pero que últimamente solo me hace sufrir. Y eso me asusta. ¿Qué me espera si lo que antes me daba felicidad ahora solo me trae tristeza? ¿Será alg...

¿Amigos?...

  ¿Qué son los amigos? ¿Por qué los tenemos? ¿Por qué los queremos? La relación con un amigo o una amiga es la más extraña que tenemos con alguien. No nos une la sangre, pero sentimos que son familia. No es un lazo tan intenso como el que se tiene con una pareja, pero aun así, queremos estar cerca de ellos. Entonces, ¿Qué es lo que realmente nos conecta? ¿Qué hace que pensemos en ellos como alguien imprescindible? En mi caso, es la soledad. A veces me pregunto si a los seres humanos nos impulsa el miedo para buscar amigos. ¿O será algo más positivo, algo que no alcanzo a ver? No sé qué motive a los demás, pero al menos en mi experiencia, agradezco al miedo. Porque, gracias a él, encontré personas especiales, personas que hacen que ese miedo desaparezca, aunque sea por un rato. Y tú, ¿Qué te impulsa a ti a buscar un amigo? ¿Qué es lo que encuentras en ellos?

Un momento feliz...

 -Hoy quiero hablar de algo un poco más alegre, ¿te parece? -Claro, ¿a qué se debe esto? -Hoy estoy feliz. -¿Por qué? -No lo sé, tal vez porque… bueno, no lo sé. Hoy simplemente no me levanté queriendo morir. Al principio, todo parecía igual: la vida, sin cambios, la misma rutina. Pero, en algún punto de la mañana, algo cambió. Me sentí bien, sentí ganas de sonreír, de querer la vida. Amar estar vivo es más difícil que querer morir, al menos para mí y, sospecho, para muchas personas. Pero hoy… hoy es uno de esos días en los que quiero sonreír, en los que veo la vida como algo hermoso y quiero simplemente sonreírle… …Ojalá amaneciera siempre así. Y cuando me siento así, ojalá supiera transmitirles esa felicidad a las personas que amo. No sé bien cómo hacerlo, pero quiero que sepan que hoy estoy bien, y que hoy, más que cualquier otro día, los quiero mucho. Tú incluido. SZ/CT/MB/MZ

Solo un sueño...

  Tocan a la puerta. —¿Quién es? —pregunta ella, su voz sonando del otro lado, firme, casi como un muro. —Soy yo —responde él, apenas un susurro ahogado en pausas. —¿Qué quieres? —replica ella, esta vez en un tono aún más fuerte, que corta el aire. —Hablar… —dice él, su voz entrecortada, apenas sosteniéndose. El silencio se extiende, pesado y denso. Ella aprieta la perilla, su mano temblando mientras intenta girarla. Algo la frena. La duda, el miedo, recuerdos que atraviesan su mente. —¿De qué quieres hablar? —logra decir al fin, sin abrir la puerta. —Te extraño… —susurra él, la voz quebrándose—. No puedo dejar de pensar en ti. Cada día que pasa siento más el peso de lo que hice, de lo que arruiné. No quería perderte, quería que fuéramos felices. Que cuando nos viéramos, siempre estuviéramos sonriendo, como al principio. Fueron días cortos, pero hermosos, y… me equivoqué. Lo siento tanto. Él apoya la frente contra la puerta, y las lágrimas comienzan a caer, una tras otra. Tras una ...

Disfraz...

  Ella: ¿Por qué no te disfrazas? Él: No encuentro el sentido en intentar ser alguien más, en maquillarme, ponerme cosas que no me representan... mostrarme como algo que no soy. Ella: Pero es divertido. Solo lo haces una vez al año y no tiene que tener sentido. Es solo para reírnos, para ser alguien diferente, aunque sea por un rato. Él, pensando: Pero eso ya lo hago todos los días... Todos los días soy alguien que no soy, todos los días finjo un personaje. Porque si me muestro como soy, ¿Quién me va a querer? No me visto así porque me guste; me visto así porque es lo que esperan, porque la moda, la sociedad, ya me han dicho cómo debo ser. Entonces, ¿en qué se diferencia el día a día del Halloween? Él, esbozando una sonrisa a medias: Está bien... me disfrazaré esta vez. Tal vez descubra que, al final, me guste.

Un concejo...

  Dijo él: "Hola, nuevamente yo. Hoy no quiero hacerte ver, no quiero que imagines; solo quiero darte un consejo, algo simple: Sé feliz, disfruta al máximo y no pienses demasiado las cosas." Replicó ella: "¿Crees que ese es un buen consejo? ¿Acaso no todos queremos ser felices, acaso no todos queremos una vida plena? ¿No está eso implícito en el simple hecho de vivir?" Él, tras una pausa: "Es cierto, todos lo queremos, pero no todos lo alcanzamos. Y no solo porque la vida sea difícil, ni porque haya problemas en cada esquina. Aun cuando estamos bien, a veces estamos mal. Yo quiero ser feliz, quiero disfrutar a tu lado, pero no siempre es posible. A veces, simplemente… me cuesta respirar. A veces me cuesta dormir. A veces, me cuesta vivir. Quiero poder ser feliz, pero parece que la vida me ha maldecido, y no puedo sonreír de verdad. Entonces, ¿Qué me queda si no puedo realmente sonreír? No me queda más que fingir, porque no quiero preocupar a los demás. Y así se...

Tu presencia...

  Cierra los ojos, le dije. Así podrías visualizar lo que yo quería, y, con suerte, sentir un poco de lo que yo sentía. Piensa en un momento feliz: en ese cumpleaños, en esa fiesta, en ese primer beso. ¿Lo hiciste? Sostén ese pensamiento. No lo dejes ir. Deja que te inunde, que recorra cada parte de ti, hasta llenar cada rincón. Que, pase lo que pase, eso sea lo único que mantengas más presente. ¿Estás listo? Ahora imagina que, un día, te despiertas con un cansancio inexplicable. Sientes el cuerpo pesado, y, por más que lo intentes, no puedes levantarte… aunque, al final, lo haces. Pasas el día como si estuvieras envuelto en una neblina de sueño y agotamiento, sin energía. No importa qué tan bien hagas tu trabajo, ni cuántas historias o chistes te cuenten; nada consigue hacerte sentir mejor. ¿Sientes el cambio? ¿Se sintió brusco? ¿Más fuerte de lo que esperabas? Esa sensación de estar en la cima del mundo, para luego caer hasta el fondo, no te abandona. Solo se hace más intensa. De...

Siente lo que yo...

  Cierra los ojos. ¿Lo hiciste? Bien. Ahora, imagina. Imagina el momento más difícil que hayas pasado, imagina lo que sentiste en ese momento; recuerda cómo te sentiste. Recuerda la rabia, la frustración, la tristeza. ¿Listo? Mantenlo ahí un momento. Trae a tu presente ese cansancio. Trae a tu presente lo que sentiste después de ese día. ¿Cómo te sientes? ¿Mal? Seguramente quisieras que esa sensación desaparezca. Ahora, piensa que has sentido eso durante una semana entera… luego un mes… luego un año. ¿Qué tal? ¿Mal? Tranquilo, ya casi terminamos. Imagina que llevas los últimos diez años sintiendo eso. Imagina que, por más que intentas, no puedes estar mejor. Imagina ahora que no hay razón para ello, que nada lo inició, que lleva tanto tiempo ahí que ya ni recuerdas cómo se siente estar sin ese peso. Así me siento todos los días. Y ahora, imagina que, aunque te lo estoy contando, realmente nadie lo sabrá. Imagina que siempre tienes una sonrisa y que eso cansa aún más.